jueves, 19 de noviembre de 2009

Rafael Nadal "La religión es la mayor causa de mortalidad de la historia"

"La religión es la mayor causa de mortalidad de la historia"
El tenista Rafael Nadal considera que se han cometido "barbaridades" en nombre de la fe

PUBLICO.ES - Madrid - 18/11/2009 20:45

Rafael Nadal ha cargado contra la religión en una entrevista publicada en el diario Información de Alicante.
"Uno puede ser religioso, ateo, cristiano, musulmán, lo que sea, pero de aquí a llegar a todas las barbaridades que se han hecho por la religión es demasiado. Para mí la religión es la mayor causa de mortalidad de la historia", afirmó con rotundidad el número dos del tenis mundial.
El tenista manacorense respondía así a una pregunta relacionada con la guerra de Afganistán. "¡Me parece algo tan increíble irte a la guerra! Sólo el hecho de decir "me voy a la guerra" me parece inconcebible. Prácticamente todas las cosas malas que pasan en la vida son culpa de los radicalismos de cualquier tipo, que desencadenan problemas que podrían evitarse. Uno puede tener aficiones, simpatías, creencias, pero siempre con respeto hacia las opiniones de los demás, sin faltar. Igual que la religión".
"Todas las armas del mundo, fuera"
Nadal dejó claro también que, aunque él vive una vida "prácticamente ideal", el ser humano puede aspirar "a un mundo mucho mejor que en el que vivimos".
En primer lugar, opina, "todas las armas del mundo, fuera".
Respecto a la pobreza, cree que hay gente sin recursos feliz y, sin embargo, en Occidente existen personas que tienen de todo y "por la mañana los ves ir a trabajar y sus caras no reflejan precisamente felicidad. Son la bomba. Aquí no valoramos

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Los frutos de la vida aparecen...

Vivir en condiciones muy duras te da la capacidad de hacer mas dura la existencia de tu enemigo.
Vivir entre los pobres y comer como ellos te da todos los beneficios que tu enemigo en su vida mundana no los tiene.


Fueron las últimas palabras de aquél hombre en su humilde casa de adobe. La fuerza de sus palabras cobran actualidad en un mundo donde el tiempo corre en una huida a ninguna parte.

Dos mundos distintos, lejanos en el tiempo y espacio.

Los primeros rayos de sol entraban por la ventanilla del conductor que sin parpadear miraba la línea continua de aquella carretera de dos carriles nada más. La luz del mediterráneo abría el paisaje de tonos azules confundiéndose el mar y el infinito horizonte.
La brisa, esa brisa que corre por igual en todas las ciudades bañadas por ese mar, las hace tan parecidas que es difícil diferenciar una de otra.

Paris, ese mismo día del siglo pasado.

Otro coche aceleraba en una desesperada carrera que le conducia a la vida o la muerte, esquivando hasta deshacerse de sus perseguidores.
Por fin entró en aquél apartado barrio residencial de casas bajas y todas iguales.

Uno de los coches era conducido por un hombre, el otro por una mujer.
Los dos se odiaban.
Los dos compartían el mismo trabajo.
Uno tenía el reloj que marcaba las horas, el otro era el dueño del tiempo.

Dentro de un año encontraré la respuesta. Dijo uno de los dos.

(Primera pagina.)